martes, 3 de junio de 2008

memorias de serindë

Capitulo I
Idril estaba sentada junto con Gandalf a orillas del lago, aprendiendo sus ultimas lecciones de magia. Desde aquel lugar partiría la ultima embarcación hacia las Tierras Imperecederas, la joven ya no volvería a ver a sus abuelos, muchos amigos también se marcharían y no sabia si él se iría, no lo recordaba bien, hace ya casi cinco años que no lo había vuelto a ver, pero dentro de ella existía un recuerdo, solo uno, pero hermoso. Mientras esta absorta en sus pensamientos sintió que alguien corría en el lago, aquel sujeto había reconocido al mago, Idril voltio y después de tanto volvió a ver esos maravillosos ojos azules, tan profundos y hermosos, el sol se reflejaba en su rubia cabellera, la joven corrió y se arrojo en sus brazos con desesperación, el joven era Legolas, no la reconoció había crecido tanto y era tan hermosa, por mas que pensaba no podía saber y fue todo tan rápido que no alcanzo siquiera a reaccionar y tampoco a percatarse de que su prometida, Earwina, los miraba extrañada y con un no disimulable recelo estaba enfurecida no entendía porque esa niñita abrazaba con tanta confianza a su novio y porque el no reaccionaba lo único que este hacia era mirar extrañado a Gandalf preguntándole con la mirada quien era esa dulce doncella, Earwina no tolerando mas la situación, jalo bruscamente a Ia joven de su prometido exigiéndole sin ningún miramiento una explicación, Idril en ese momento se dio cuenta que Legolas no la reconocía, Gandalf al ver que la situación sé hacia mas y mas difícil para la joven se acerco a calmar y a revelar a Legolas la identidad de aquella jovencita.
- Legolas, amigo no puedo creer que no reconozcas a Idril... – al escuchar ese nombre el elfo se sorprendió y también ruborizo –... hija de Aragorn y Arwen, heredera de Gondor, acaso ya no recuerdas a la nieta de Elrond.
Legolas estaba realmente sorprendido no podía creer que la hija de su mejor amigo estuviese hecha ya una mujer( ya que los elfos crecen lentamente) Idril llevaba sangre de los altos elfos en sus venas era nieta de la Gran dama Galadriel, aquélla niña que hace unos cuantos años había dejado en Lórien se había transformado en una adorable criatura, tal como dijese Earwina, demasiado hermosa para ser mortal, poseía la belleza de su madre y por ende la de Lúthien, tenia el cabello castaño y hermosamente ondulado tenía unos hermosos ojos grises, brillantes como luceros, Legolas la observaba extasiado, el joven elfo la tomo fuertemente en sus brazos y empezó a dar vueltas, dio tantas y tantas vueltas, que tropezó y cayeron al lago, la princesa sintió la presión de aquel fuerte cuerpo sobre ella.
- Recuerdas aun nuestro encuentro en Lórien -, le dijo dulcemente Legolas al oído. Idril tan solo asintió con la cabeza, Legolas la beso, tiernamente al igual que en Lothlórien, en aquel hermoso paraje junto al rió Anduin cuando ella tenia tan solo dieciséis años.
- Por Eru! cuanto haz crecido y estas tan... hermosa Earwina no se percato del beso pero de igual forma levanto a tirones a Legolas y estaba dispuesta a interpelar a Idril, pero esta corrió al voltearse y darse cuenta que venían sus abuelos al momento de llegar ante ellos se arrojo en sus brazos rompiendo de esa forma la rigurosidad de aquélla comitiva, como era su manía la princesa volvía a romper una regla.
Sus abuelos la abrazaron emocionados, habían pensado que no volverían a verla, todos los elfos que allí se encontraban pensaban de igual forma, se sentían de verdad conmovidos al ver aquella anhelada escena. El tiempo no les importaba estaban nuevamente junto a su adorada nieta, mientras u elfo se cercaba sigilosamente al grupo buscando ansioso a la princesa, su princesa, el elfo era Gritlar, su gran amigo y enamorado en secreto de la princesa, la joven lo vio y fue a su encuentro, deseaba poder despedirse, conversar con el por ultima vez, caminaron alejándose del gentío internándose poco a poco en el bosque, juntos recordaron todo lo que pasaron juntos, Gritlar la había visto crecer, el fue testigo de su alumbramiento, le dolía en el alma pensar que no volvería a ver esos juguetones ojos y nunca mas escuchar esa suave voz, sabia que no poseía su corazón, ella misma le contó infinidad de veces su desmedido amor por Legolas, pero a pesar de ello no resistió mas la atrajo bruscamente hacia él e intento besarla, pero Idril instintivamente rechazo ese contacto, y para su ``salvación ´´ escucho a lo lejos a Gandalf llamándola por lo que se zafo de aquel violento abrazo y corrió hacia donde estaban reunidos los elfos.